El Tuerto


Por A. Reyes

Fue una mañana brutal, ustedes desayunando tan tranquilos en la oficina. ¿Quién dice que cuidar animales es sencillo? Una profesión del primer mundo. Un par de cuidadores de perros; medio novatos, medio improvisados, los dejaron jugando en el patio y se fueron a desayunar un café insípido y una torta de tamal. No sé cómo se dieron cuenta pero un labrador le clavó el colmillo justo en la parte superior de la cuenca del ojo a Sebastián, un bulldog francés aún más cachorro.

Han pasado siete años desde el accidente y a Emilia más que resignada, no le importa sacar a pasear ahora a un perro casi viejo, canoso, con reumas y, sobre todo, tuerto. No le ha quedado de otra más que amarlo así como está, tal cual como se lo dejaron, aunque se apene con sus vecinos de Polanco que pasean perros finos, perros de raza, pedigree, tatuajes, chips de rastreo; perros enteros, perros jóvenes.


¿Qué será de Adrián? Ese güey del que tan poco conocíamos y tanto le confiábamos, el chofer de la MiniVan que traía y llevaba a los perros. Esa mañana él llevó a Sebastián en sus brazos mientras sostenía el ojo que colgaba únicamente del nervio óptico. Sólo pienso en el umbral del dolor de un perro, tan indefenso, a merced de la misericordia de sus cuidadores.

Me llamaron cerca de las 10 de la mañana para preguntarme si sabía a dónde lo podían llevar: “Existe un hospital de especialidades en Avenida Cuauhtémoc, váyanse para allá, yo llamo a la dueña y estoy en contacto con ella”… ¡Glup!, tuve que llamar a una mujer ocupada del primer mundo que no contestó mis primeras cinco llamadas. Por suerte, tras cada intento, cuando el tono entraba al buzón, mis nervios se desvanecían para dar la noticia más culera: “Tu perro tiene un ojo de fuera colgando y está en el hospital.” Se estima que esta raza de perros vive entre 10 y 14 años, con una buena calidad de vida lo pueden lograr, hoy en día los humanos tienen un promedio de vida de 78 años, el trayecto es lo que importa, un accidente, un colmillazo, una congestión alcohólica, en realidad cualquier cosa puede hacer que te cargue la chingada, ¿verdad Dy?. Porque cómo dice la canción del café: “¿Por qué quién comanda y jala este vagón? ¿Quién conduce el gran locomotor? ¿Quién escribe de la evolución?.

In memoriam DLLG.


Allin L

Cuentera chilanga fanática de los chilaquiles y el pulque.