El abonero.

Por Miguel Angel Ortega.


-Mire usted a donde vine a dar, gajes del oficio, ¿verdad? Ser cobrador o “abonero” como me llaman algunos. Tiene su chiste y sus riesgos. Se convierte uno en el villano, al que todos le huyen y sí me saludan, casi siempre es hipocresía, a mi no me importa yo hago mi trabajo y es honrado, ¿verdad? En cuatro años que llevo, ya tengo callo. Mucho lo aprendí de Crispin, mi cuñado, él me consiguió esta chamba. Verá usted trabajo para varias tiendas; mueblerías casi todas, ando en mi bicicleta todo el día, visitando vecindades, buscando a los que sacaron sus muebles en abonos.

La mayoría dan sus primeros pagos bien puntualitos luego viene lo bueno porque nunca están o mandan a la criatura: que dice mi mamá que pase mañana. Y así me traen a vuelta y vuelta, otras veces mandan al chamaco con 20 o 30 pesos, siendo que su abono es de 40 o 50 pesos, depende de lo que deban, la cama, el ropero o hay veces que se juntan como pareja y llenan la casa con muebles que no pueden pagar.

Yo no puedo andar dando puras vueltas de balde sin sacar nada, ¿verdad? Porque de ahí sale mi sueldo y yo también tengo que llevar gasto a mi señora. Estoy juntando mis centavos para el cumpleaños de Mercedes, mi hija. Verá usted que a los tres años ya no los hace uno tarugos tan fácil, a esa edad comienzan a entender la vida. Ya quieren que si el juguete, que un pan de dulce, que si vamos a la feria y esto y lo otro. Por eso quiero que su fiesta no sea tan pobre, con pastel, con globos y hasta payaso le voy a llevar, verá usted que bonita va ser. Además ya encargamos otro chamaco, quiera Dios salga varoncito, digo para tener la parejita. No es que uno no quiera a las niñas pero si mañana ya no estoy siempre es bueno que haya un hombre en la casa, ¿verdad?

Así de buenas a primeras nomas parece que tengo que andar paseando en la bicicleta, visitando vecindades pero no se crea ya cuando deben muchas letras y no quieren pagar sale el marido y a empujones me corre. Y pos si me voy pero siempre tengo que regresar, y yo se que si una vez me corrieron a empujones a la siguiente ya me están esperando con un palo en la mano o el cuchillo. Una vez me corrieron a punta de pistola, va usted a creer. Y eso que ya nomas debían 100 pesos, tan fácil que viera sido empeñar la pistola, me pagan y nunca me vuelven a ver. En casos así le aviso al patrón y el ya decide si se va por lo legal o manda otras gentes a sacar los muebles. A esos les pagan más, pero a mi no me gusta por que siempre se arma un merequetengue, hay veces que los vecinos se meten a los golpes o nomas de lejos les avientan cualquier cosa que encuentran en el patio, y si no salen heridos de gravedad por lo menos un chichón o los arañazos de las viejas.

Otra cosa de la que hay que cuidarse en la calle es de los rateros, piensan que uno por ser cobrador anda con los miles de pesos, siendo que casi nunca traigo más de cien pesos porque como le dije a usted nomás unos pagan y luego ni completo. Siempre traigo mi navaja junto con las boletas y la bicicleta son mis herramientas de trabajo, si me falta una de esas tres no puedo salir a trabajar. A veces llegan tres o cuatro y creen que por echarme bola les voy a soltar el dinero así nomás. La navaja siempre la traigo a mano, ya con eso le miden. Pistola casi no usan porque si los agarra la Julia, ahí si les sale caro, les avientan fácil diez años o les piden una buena mochada.

Mire que tanto me ando cuidando de la gente que se me olvido cuidarme de los carros, ya ve como me dejo.

-Mejor ya no hable, la ambulancia ya no tarda.

-Si ya no la libro al menos me voy a ir en los brazos de tan linda señorita, con perdón de mi señora.

-Le digo que ya no hable. No se fije en la sangre que se le salió, cuando llegue la ambulancia le ponen una bolsa con unas mangueritas y verá que rapidito se va a sentir mejor. ¡Ora no se duerma! La ambulancia ya no tarda, le digo que no se duerma…

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