Máster Chef

Nunca creí que terminaría en un trabajo como este. Yo que quería ser astronauta, buzo o piloto aviador. Uno de niño quiere ser todo aquello que la imaginación nos permite. A esa edad no se conocen límites. Pero ¿esto? 

De adulto las cosas cambian,  la necesidad y el mismo destino nos llevan por caminos jamás pensados. Y no queda de otra más que chingarle. Las letras no entran cuando se tiene hambre, dice la canción. Y la esposa exige, y los hijos; y la CFE, y la comisión del agua; y el casero puntual cada mes. 

Aquí se gana bien. A veces se trabaja poco, a veces mucho, dependiendo como ande el negocio de los jefes. De la paga no hay queja. Y lo mejor es que trabajo solo, como me gusta. Me echo mis tequilas, pongo mi música y a cocinar toda la noche, a veces también de día. Cuando me inspiro me imagino siendo un chef profesional. Ya hasta apodos me pusieron los que me traen la mercancía, unos me llaman, El Cocinero, otros, El Carnitas y, los más llevados, simplemente El Pozolero.


Marcos López

Cada quien es tan feliz como decide serlo. El que por su gusto muere hasta la muerte le sabe. No hay nada que conozca tan poco como a mi mismo. También la soledad es compañía.

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